“¿Eres Tú el que ha de venir, o buscaremos a otro?” Y Jesús les respondió: “Id y dile a Juan lo que oís y ves: los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos son limpiados y los sordos oyen, y los muertos son resucitados, y a los pobresse les predica el bien. Y bendito el que no se ofende conmigo.”
(Mt 11:3-6)
1. Nadie puede llenar nuestro corazón sino Jesucristo. Nadie ni nada, porque el Señor ha hecho nuestros corazones de tal manera que sólo pueden encontrar plenitud sólo en Dios. Desear algo que está fuera de Cristo es como desear cosas que no valen nada o querer llenarnos de viento. A lo sumo, ganas algunas baratijas. El que tiene deseos de otras cosas que no sean Cristo no lo encontrará en oración.
Si tuvieras que eliminar las inclinaciones impuras de tu corazón, sabrías cómo orar mejor.
2. Pobre es el que sufre una necesidad, cualquiera que sea esa necesidad. El que sufre está cerca de Cristo. Con más riqueza o cosas terrenales, no eres necesariamente más feliz. Cuando estás en necesidad es fácil “ver” a Dios, porque tu corazón tiende a ser más humilde y puro. Es más fácil orar. Cuando puedes defender a Cristo, entonces puedes encontrar a Cristo en oración, porque tienes más fe en Él que en cualquier otro.
¿Son mis disposiciones así?